Hoy, la luna, ha venido a visitarnos desde lo alto del cielo y ha dejado un rastro de luz dentro de nuestra aula.
La oscuridad de la noche nos arropaba y a la vez un destello y reflejo de dicha estrella nos alumbraba.
Con su ayuda, hemos visto nuestro cuerpo: nuestras manos, nuestros pies, nuestra cara, nuestros ojos… Y mientras tanto ella, nos sonreía.

En un instante, el sol ha tomado el relevo a la luna, dejando entrar su luz con mucha intensidad en la escuela.
Había mucha claridad y gracias a ello, hemos visto nuestro cuerpo con mayor precisión.