Platón decía: «Si hay algo por lo que merezca la pena vivir es por contemplar la belleza».
La belleza en aquellos tiempos aspiraba a ser un gran ideal metafísico, una mezcla de placer estético, justicia, verdad y bondad. Hoy en día, en cambio, pecamos de otorgar demasiada importancia a la belleza superficial y concreta, sin fondo, a la perfección visual, dejando de lado los otros sentidos que, como hemos visto, son tan importantes, olvidándonos del poder del entorno y de la profundidad de la belleza como valor moral.
Nuestra labor cobra riqueza cuando dotamos los espacios que envuelven el mundo del infante de un valor intangible que se comunique de forma multidimensional con los niños y niñas.
Que no solamente sea bello para los ojos, sino que sea bello para el alma provocando verdad en su interior.
Loris Malaguzzi tenía esto muy presente y creemos en lo que siempre evocó:
La mejor forma de absorber la belleza es abriendo los sentidos a ella.
Inspirado en «Piezas sueltas»
Vela, P. y Herrán, M.
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